Un recorrido por algunas de las obras más bellamente terroríficas de la Historia del Arte.
A los antiguos griegos les debemos mucho, nadie puede negarlo: gran parte de nuestro vocabulario, leyes, ideas, teoremas, los Juegos Olímpicos y el arte.
Los sabios de la Grecia clásica eran muy metódicos y concienzudos, les encantaba sistematizar y categorizar todos los fenómenos naturales, humanos y cósmicos que se producían a su alrededor. Eran muy «cracks», pero también podría decirse que eran un poco intransigentes o estrechos de miras para aceptar variaciones a sus cánones.
Y esto es, en gran medida, lo que pasó con el arte. Si bien encontramos representaciones que se salen de la norma, hermosos apuntes a pie de página como las fantasías del emperador Nerón pintadas en las paredes de la Domus Aurea por Fabullus en el siglo I d. C, estas siempre guardan la armonía y proporciones tan características del clasicismo heleno y su (copi)continuador el arte romano.
Y es un poco por esto que casi todos asimilamos el arte a conceptos como “belleza”, “gracia” y “virtud”; y también por lo que en las principales pinacotecas del mundo abundan, en su gran mayoría, cuadros “hermosos” en vez de feos y horripilantes.
Pero… ¿qué hay de la belleza de lo feo, de lo que nos produce terror o incluso asco?
Si, estamos de acuerdo contigo, es un tema apasionante, pero requeriría de mucho espacio y tiempo y, aunque Einstein dijo que son relativos, no nos gustaría expandirnos en un scroll infinito.
Aun así, como somo buenas personas, recomendamos a quienes estos asuntos suscitan cierto interés el libro de Umberto Eco sobre la fealdad.
Nuestro humilde objetivo no es otro que despertar tu curiosidad y tus dotes de investigador de lo feo, lo monstruoso y lo espeluznante a través de una fantasmagórica galería de obras de arte terroríficas.
Porque lo grotesco y lo feo son también bellos.