Greetings-card-John-Callcott-Horsley-1843-England.-Museum-no.-MSL.3293-1987.-©-Victoria-and-Albert-Museum-London..jpg

Viejas costumbres navideñas: el Christmas

Este artículo comienza con una pregunta (casi retórica) al lector o lectora: ¿Conoces a alguien que escriba o reciba cartas hoy en día que no sean facturas o multas? ¿eres uno/de ellos/as? Si es así, pide inmediatamente la certificación que te protegerá como “especie en extinción”, porque deben quedar muy pocos ejemplares como tú en el planeta.

El bello arte de la correspondencia epistolar

Y es que, sin caer en la nostalgia ni el catastrofismo, el bello arte de la correspondencia epistolar es casi un oficio ya perteneciente a otra época, como el farolero, el deshollinador o el ascensorista.

Pero no siempre fue así, hubo en tiempo en que las cartas eran el top de la comunicación y, según quien fuera el/la remitente, recibirlas el mayor de los gozos. En tiempos pre telefónicos (no digamos ya internet), era la forma disponible más “rápida” de comunicarse con los demás, ya fuera para declarar un amor inconfesable, reclamar una deuda, contar experiencias de viaje o felicitar las fiestas navideñas.  

¿Qué fue de aquellas tarjetas, algunas simples reproducciones de motivos navideños, otras innovando con hilo musical de un villancico que cuando se estropeaba emitía unos gemidos de agonía que no paraban hasta que se acababa la pila? ¿De dónde viene esta curiosa tradición? ¿Quién fue la primera persona que envió un Christmas?

Típicos Christmas con sonido que tenían vida propia

Pues bien, la historia se repite y, aunque nos parezca increíble, el nacimiento de los famosos christmas o felicitaciones navideñas tiene mucho que ver con la explosión de los medios de comunicación, el aumento de la conectividad y el intercambio masivo de mensajes de la actualidad.

Un pionero

La historia comienza con Henry Cole (1808 – 1882), un preminente educador, inventor y el primer director del V&A Museum. Era un hombre muy sociable en la Inglaterra victoriana, es decir, la Inglaterra de las buenas costumbres y los compromisos sociales. Además, era un hombre muy ocupado y se había volcado recientemente en la expansión del sistema postal británico, trabajando en la aprobación de una reforma que rebajaba el coste del franqueo a un solo penique (el «penny post») para animar a los ciudadanos británicos de toda condición a utilizar el sistema postal.

Sir Henry Cole en persona

¿Qué ocurriría a continuación? Pues que al pobre Sir Cole se le acumulaba el trabajo. Era costumbre en la Inglaterra de aquella época enviar cartas para agradecer prácticamente todo, incluido el Año Nuevo o la Navidad, y era considerado de muy mala educación no contestar a todas, por lo que si tenías cientos de amigos la cosa se podría complicar.

En el invierno de 1843 se sintió tan agobiado que dio con una forma rápida y “en cadena” para dar salida a la pila de cartas que se le acumulaban en el despacho. Para ello, recurrió a su amigo artista, John Callcott Horsley, para que ilustrara su idea.

El diseño de Horsley representa a tres generaciones de la familia Cole brindando en un panel central coloreado a mano, rodeado de un enrejado decorativo y escenas en blanco y negro que representan actos de generosidad; el doble mensaje era de celebración y caridad. Cole encargó entonces a un impresor que transfiriera el diseño a tarjetas, imprimiendo mil ejemplares que podían personalizarse con un saludo escrito a mano. Y así nació el primer Christmas de la historia. No exento de polémica, como todo lo auténtico.

Greetings-card-John-Callcott-Horsley-1843-England.-Museum-no.-MSL.3293-1987.-©-Victoria-and-Albert-Museum-London..jpg

Hubo muchas quejas por parte del movimiento antialcohólico, Temperance Movement, muy potente en esa época, que criticaba el hecho de que los niños aparecieran brindando con copas de vino. Nada pudieron hacer para frenar una idea que ya se copiaba en muchos hogares británicos para felicitar las fiestas y que en solo dos décadas se extendió por el mundo de forma masiva.

Parodia del comité del Temperance Movement

Y no solo eso, había competiciones para elegir el mejor Christmas ¿os suena? La gente empezó a coleccionarlos como si fueran mariposas o monedas, y los lanzamientos de cada temporada se reseñaba en los periódicos, como hoy se hace con los libros o las películas.

Al principio se enviaban tal cual, con el sello de un penique, y tenían diferentes medidas. No fue hasta su estandarización en 1915 por Hallmark que se estableció un nuevo formato para las tarjetas (15cm x 15cm) y una nueva manera de enviarlas: se doblaban una vez y se introducían en un sobre.

En este nuevo formato de «libro» -que sigue siendo el estándar del sector-, las tarjetas navideñas de colores, con un Papá Noel vestido de rojo, brillantes estrellas de Belén, y mensajes alegres, aunque bastante tópicos, en su interior, se hicieron enormemente populares en las décadas siguientes.

En España, a mediados de los 50, las postales navideñas comenzaron a llamarse vulgarmente christmas, pronunciado crismas… palabra que hasta la fecha solo había sido un sinónimo de cráneos.

A medida que crecía el apetito por las tarjetas, Hallmark y sus competidores buscaron nuevas ideas para venderlas. Una forma de hacerlo era encargar su diseño a artistas famosos: De ahí la creación de tarjetas de Salvador Dalí, la abuela Moses y Norman Rockwell, que diseñó una serie de tarjetas navideñas para Hallmark (las tarjetas de Rockwell se siguen reimprimiendo cada pocos años).

Lo cierto es que el abanico de motivos y estilos artísticos es bastante amplio, los de Rockwell son tiernos, pero los hay muy tétricos y un poco grimosos. Os dejamos algunos ejemplos. Podéis enviarnos los xmas que más os hayan impactado, por una cosa o por otra 😉, al e-mail de la revista.

Si el tema os ha requetechiflado, podéis echar un vistazo a la colección de Xmas del Met, leer el libro de George Buday, The Story of the Christmas Card o ver este pequeño vídeo de RTVE sobre la historia de las tarjetas de Navidad.

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